Novena del Centenario

“Tenemos tanto por lo que estar agradecidos”
(1ra de Tesalonicenses 5, 18)

Desde 1921 la Sociedad de Misiones Extranjeras de Quebec está al servicio del Evangelio.
Estamos cumpliendo 100 años, queremos celebrar juntos el recorrido de nuestro compromiso misionero. Celebramos el dinamismo de nuestra Sociedad Misionera, y con gratitud, recordamos el pasado, renovamos la pasión por vivir la misión en comunión en el hoy de la historia, y reavivamos la esperanza en el futuro.
Dirigida a: miembros y asociados, antiguos miembros y asociados, candidatos y seminaristas en formación, afiliados, amigos, miembros de nuestras iglesias locales y/o comunidades, jóvenes que forman parte de nuestras redes, y personas de buena voluntad que quieran unirse en esta acción de gracias a Dios por el dinamismo y renovación de nuestra Sociedad Misionera.


Día 1

Oh Dios, cuyo corazón es más grande que el mundo, te damos las gracias por haber inspirado a los obispos de Quebec a iniciar la Sociedad de Misiones Extranjeras en 1921.

 
Lectura Bíblica: “Eres la luz del mundo y la sal de la tierra". Mt. 5:14-15
 
Oración de acción de gracias
 

Alabamos y damos gracias, Padre Todopoderoso, por haber inspirado a los obispos de Quebec que fundaron la Sociedad de Misiones Extranjeras en 1921.  Estamos muy agradecidos por la gran vocación y la generosidad de enviar muchos misioneros sacerdotes en diferentes partes del mundo.  Estamos agradecidos por haber alcanzado los 100 años de servicio a la misión de la Iglesia en todo el mundo.
 
Compromiso:
Rezamos por Canadá, especialmente por Quebec, para que el Espíritu Santo toque los corazones de los jóvenes que están discerniendo y buscando el sentido de la vida, que puedan experimentar la presencia amorosa de Dios en sus vidas y que estén deseosos de compartir su vida para la misión.


 

Oración del Centenario.
 

Dios siempre fiel,
“¿A quién enviaré?” – nos preguntas.
En este camino, en esta misma barca,
donde estamos todos,
te respondemos:
“Aquí estamos, Señor, envíanos”. (Is. 6,8)
 
Tu Espíritu nos empuja y atrae,
nos anima y envía en misión
al mundo y a todos los pueblos.
Es tu amor perenne
el que nos mueve a
“correr el riesgo del encuentro
al servicio del Evangelio”.
 
En el hoy de la Iglesia y de la historia,
aquí estamos, Señor, envíanos.
Somos una pequeña Sociedad Misionera que,
humilde y llena de desafíos,
quiere ser participe en la transformación
de los corazones,
mentes, cuerpos, sociedades y culturas,
en todo tiempo y lugar.
 
Aquí estamos, Señor,
al servicio de tu Evangelio,
para testimoniar tu amor
y tu salvación,
atentos a las necesidades de pan y justicia,
libertad y trabajo, dignidad y paz
de nuestros hermanos y hermanas,
así como al cuidado de toda tu creación.
 
Aquí estamos, Señor, envíanos,
a sembrar esperanza,
a construir un mundo nuevo,
a llevar tu palabra y descubrir tu presencia
en todos los pueblos y culturas.
 
Saliendo al encuentro,
proclamamos que eres
el Dios eternamente misericordioso,
cuyo amor dura por siempre.
 
Que la Virgen María, primera discípula y misionera,
ruegue por nosotros, ahora y por siempre. Amén.