Meditaciones para la Semana Santa

Cristo es nuestra esperanzaA la luz del desafío del Papa Francisco para el Jubileo 2025
«Durante el Año Jubilar, estaremos llamados a ser signos tangibles de esperanza para muchos hermanos y hermanas que viven en condiciones de desamparo», escribe el Papa Francisco. Hemos releído los relatos evangélicos de la Semana Santa y de la Pasión en los Evangelios para ver cómo Cristo da esperanza a las multitudes desatendidas por las autoridades, a las mujeres y a los niños, y a todos los demás que se cruzan con Él, sobre todo entre su entrada en Jerusalén y su sepultura. Te destacamos algunos de estos pasajes bíblicos.
1. La acogida de la muchedumbre en Jerusalén (Mt 21,1-11)
Fueron sobre todo los pobres y marginados quienes formaron la multitud que se alegró de la llegada de Jesús a la ciudad santa. Los oprimidos ponen en él su esperanza.
Jesús cabalga sobre un pollino, símbolo de humildad, y es reconocido por la multitud, sin duda por sus gestos de liberación hacia las personas hambrientas, sedientas, enfermas, extranjeras y oprimidas. La gente hace un camino con sus ropas y algunos tienen follaje mientras gritan: «Bendito sea el que viene en nombre del Señor. Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea». Jesús es la esperanza de los marginados y excluidos.
2. El Gran Mandamiento (Mt 22,34-40)
Durante aquella semana en Jerusalén, hubo discusiones con los saduceos y los fariseos. A la pregunta de cuál era el mayor mandamiento, Jesús respondió que el mayor era amar a Dios con todo el corazón. Y añadió: «El segundo es igual de importante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Este prójimo es toda persona con la que me encuentro, sea cual sea su origen, su historia, su lugar en el mundo, y con la que tejo este «pacto social de esperanza». Jesús es la esperanza de los que aman y acogen a su prójimo.
3. Las seis vulnerabilidades y nuestra acción (Mt 25, 31-46)
En su parábola del Juicio Final, el Señor presenta las seis grandes vulnerabilidades de nuestro prójimo. Tiene hambre, tiene sed, está enfermo, es forastero, es indigente y está en la cárcel. Jesús se identificó con ellos y, en el espíritu del Jubileo, cada acción que realizamos hacia ellos es una demostración del amor de Dios, que pasa por nuestros ojos, nuestras palabras, nuestras manos y nuestros pies. Esta parábola, exclusiva del evangelista Mateo, situada unos capítulos antes del relato de la pasión de Jesús, ¿no arroja luz sobre el don definitivo de Cristo en la cruz? Jesús es la luz de la esperanza para los más frágiles y vulnerables.
4. La ofrenda de los pobres (Lucas 21, 1-4)
Jesús nos invita a mirar de cerca el don de los más pobres y excluidos.
Por desgracia, la sociedad los juzga con dureza y a menudo los considera parásitos. Como creyentes, tenemos que mirar con ojos críticos nuestros prejuicios hacia los más pequeños. Mirad cómo el Señor lo señaló a sus discípulos: «Esta viuda ha dado más que todos los demás. Porque todos éstos tomaron de lo que les sobraba para ponerlo en sus ofrendas, pero ella tomó de su pobreza para poner todo lo que tenía para vivir».
Jesús es la esperanza de los que dan todo de sí mismos.
5. La cena de la alianza (Mt 22,26-29)
A pesar de la traición de uno de sus discípulos, Jesús ofrece su cuerpo y su sangre en una cena de alianza. Esta nueva alianza tiene cuatro verbos: tomar, dar gracias, partir y dar. Pero los discípulos pronto acaban discutiendo sobre cuál de ellos es el mayor. La respuesta de Jesús no se parece en nada a lo que se valora en el mundo: que el que manda ocupe el lugar del que sirve. ¡Una perspectiva muy diferente! ¡Jesús es fuente de esperanza para los que sirven hasta dar la vida!
6. La oración de enviarlo al mundo (Juan 17, 18)
Mientras se pone en marcha la espiral de la traición, Jesús reza por los suyos. Pide a su Padre que los guarde en su nombre, que los aleje del mal, que los mantenga unidos y los consagre con la verdad. Y Jesús termina su oración enviándolos a su misión: «Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío al mundo». Jesús es la esperanza de quienes, en medio de los desafíos, se reconocen enviados por Él.
7. Curación durante el arresto (Lucas 22, 47-53)
La violencia no tuvo lugar para Jesús durante su arresto. En un contexto de gran tensión, uno de los que estaban con el Señor toma una espada e hiere a uno de los servidores del sumo sacerdote. Jesús le dice que la suelte y toca la oreja del herido y lo cura, un gesto de compasión que nunca dudó en hacer a lo largo de su vida. Jesús es la esperanza y la sabiduría de los que trabajan por la paz.
8. La mirada de ternura del Señor (Lucas 22, 54-62)
Jesús es arrestado y llevado ante el sumo sacerdote. Un criado reconoce que Pedro, sentado en el patio, estaba con Jesús. Pedro lo niega tres veces. Pero el Señor mira a Pedro con esperanza y perdón, recordándole lo que le había dicho unas horas antes: «He rezado por ti, para que tu fe no desaparezca. Y tú, cuando vuelvas, confirma a tus hermanos». Jesús es la esperanza y la luz para aquellos cuya fe es frágil.
9. La fidelidad de Jesús (Lucas 22:63 - 23:25)
Jesús fue golpeado, insultado y escarnecido. Fue interrogado, arrastrado ante el Sanedrín, luego ante Pilato, después ante Herodes y de nuevo ante Pilato. No niega en absoluto su lealtad al Padre, su amor a los más pequeños y a los marginados, sus enseñanzas a las multitudes y a sus discípulos. Jesús es la Verdad que no se doblega ante los poderosos del mundo. Pilato no encuentra nada digno de muerte, pero opta por satisfacer a los que exigen la muerte. Por eso entrega a Jesús a su voluntad. Jesús es la esperanza y el ancla de quienes dan valientemente testimonio de su fe.
10. Jesús atento con las mujeres y los niños (Lucas 23, 26-32)
Simón de Cirene, como un discípulo, lleva la cruz detrás de Jesús. Una gran multitud sigue a Jesús y se lamenta. Ante las mujeres, Jesús llama a la vigilancia: si le tratan así, al leño verde, ¿qué será del seco? Jesús es la esperanza de los que no tienen voz ni poder en nuestro mundo fracturado.
11. El perdón del Señor (Lucas 23, 33-38)
Jesús es crucificado. Echaron a suertes su ropa, se burlaron de su dignidad y no le mostraron ningún respeto. Los poderosos se mofan y los soldados se burlan de él. Se sienta en el banco de los más excluidos entre los excluidos, aquellos por los que fue enviado. En la cruz, reza a su Padre: «Perdónalos, porque no saben lo que hacen». Ante los que hacen prisioneros, ejecutan y matan, Jesús pide la misericordia infinita de Dios. Jesús es nuestra esperanza, porque «el perdón nos permite cambiar el futuro».
12. Acogida de un malhechor (Lucas 23, 39-43)
A pesar de su sufrimiento, el Señor acoge a este malhechor, que reconoce que Jesús no ha hecho nada malo. Abriendo el camino a la esperanza, Jesús le responde: «Hoy estarás conmigo en el paraíso». Este «conmigo» es una palabra poderosa y consoladora del Señor para este hombre encarcelado por sus actos. Jesús es esperanza con estas palabras: «Estarás conmigo».
13. Todo se ha cumplido (Juan 19:25-27)
En la cruz, Jesús tenía sed. Tomó el vinagre de la esponja en la rama de hisopo y dijo: «Consumado es». Había cumplido la misión que su Padre le había encomendado. Llegó hasta el extremo del amor. Ha dado esperanza a los que tienen hambre de pan y sed de justicia, ha anunciado la Buena Noticia a los pobres. Todo está completo. Jesús restaura el espíritu. Los suyos recogen su cuerpo y lo depositan en un sepulcro nuevo en el jardín cercano. Jesús es la esperanza de todos los que lloran la separación y deben decir adiós.
14. La luz de la mañana de Pascua (Lucas 24, 1-12)
Las mujeres cercanas al Señor van al sepulcro por la mañana temprano. Sorprendentemente, la piedra ha sido removida. A ellas, María Magdalena, Juana, María de Santiago y sus demás compañeras, se les anuncia la increíble noticia: ¡Ha resucitado! Este sello divino afirma que el amor es más fuerte que la muerte, que la esperanza abre nuevos caminos, que Jesús ha revelado el verdadero rostro de la misericordia del Padre. Jesús es la esperanza que rompe las piedras de la muerte.
15. Tener vida en su nombre (Juan 20, 30-31)
El evangelista Juan confirma que Jesús realizó signos que no constan en su Evangelio. Pero indica su intención respecto a los que nos da: «para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre». La vida es la promesa del Señor, especialmente para los que necesitan esperanza: los hambrientos y sedientos, los enfermos, los sin techo, los desplazados y extranjeros, los presos (hay cárceles de todo tipo) y los oprimidos. Que todos tengan vida, «vida en abundancia» (Jn 10,10), ¿no es éste el espíritu del Jubileo 2025?
Con Jesús, cada corazón encuentra la luz de la esperanza y la promesa de una vida nueva.