Se terminó octubre, mes de las Misiones… ¿y?

P. Bernardino Lazo, directeur national des Oeuvres Pontificales Missionnaires au Honduras

Al finalizar el mes de octubre e iniciar el mes de noviembre, nos encontramos en una temporada llena de actividades que buscan animarnos a todos a ser discípulos-misioneros del Señor Jesús. Sin embargo, surge la inquietud... ¿será que al terminar octubre también se acabarán nuestras ganas de ser misioneros? ¿Se olvidarán, en las parroquias y grupos apostólicos, de la vocación misionera a la que todos estamos llamados?


Frecuentemente compartimos la cita bíblica que habla del mandato misionero: “Jesús se acercó y les habló así: «Me ha sido dada toda autoridad en el Cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (San Mateo 28, 18-19). Y a veces olvidamos llegar al siguiente versículo: “y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia.” (San Mateo 28, 20).


Esta última parte nos lanza a la misión  hasta  el fin de los tiempos, hasta  el fin del mundo. Jesús nos envía como discípulos-misioneros a realizar una misión permanente: Anunciar el Reino de Dios a todos los confines de la Tierra, a bautizar y enseñar su  mensaje, hasta que Él vuelva. No hasta que nos cansemos o nos vaya bien.


La misión comenzó con Jesús y su Iglesia, llevando la Buena Nueva, la Noticia de Salvación, a todos, sin excepción. Desde nuestro bautismo, esa misma tarea nos corresponde a cada uno de nosotros... ¿Hasta cuándo? Hasta que Él vuelva, hasta el fin de la historia.


Así nos lo recordó el Papa Benedicto XVI: “la Iglesia está constituida por la fe en el misterio de Dios, que se ha revelado en Cristo para traernos la salvación, y por la misión de testimoniarlo y anunciarlo al mundo, hasta que Él vuelva.” (Mensaje DOMUND 2012).

Conscientes de que esta tarea solo termina con la Venida de Cristo, recordemos también las palabras del Papa San Pablo VI: “Conservemos, pues, el fervor espiritual. Conservemos la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas.” (Evangelii Nuntiandi 80).


¡Ánimo! ¡Cristo Vive! Y nos quiere como Discípulos-Misioneros incansables y alegres hasta que Él regrese.