PALABRAS DEL OBISPO EMÉRITO GUIDO CHARBONNEAU (15.04.23)

Queridos Cardenales y Obispos, Señor Nuncio Apostólico, sacerdotes de Choluteca y de otras diócesis, Hermanas religiosas, seminaristas, laicas y laicos:

Quiero darle gracias a Dios por los diez años que he servido a esta diócesis de Choluteca; ha sido una bendición para mí. Cuando he sido llamado a ser obispo en Choluteca, mi corazón se llenó de mucha ilusión y esperanza, porque podía así continuar la obra de mis compañeros misioneros, tanto obispos como sacerdotes y laicos asociados. Una característica de nuestra Sociedad misionera ha sido siempre la transmisión de nuestras responsabilidades. Y estoy muy alegre porque esta Iglesia particular de Choluteca manifiesta otro signo de madurez: un primer obispo hondureño de Choluteca, nacido en esta tierra sureña: Mons. Teodoro Gómez.

Quiero decirles gracias también a todos ustedes aquí presentes, y a los que nos sintonizan a través de los medios de comunicación social de la Iglesia y otros medios afines, porque me han apoyado en las iniciativas que he llevado a cabo con mis sacerdotes, y he visto el compromiso serio de muchísimas personas al servicio del Reino de Dios a través de la Iglesia. ¡Muchas gracias por todo el cariño y el amor que ustedes me han demostrado a lo largo de estos años! A la vez, les pido perdón por mis errores y limitaciones.

Tengo un gran sueño, que es un gran deseo: que todos ustedes sigan siendo discípulos misioneros de Jesucristo, en una Iglesia sinodal, bajo la guía de su nuevo obispo, con firmeza en la fe y obediencia. Hago mías las palabras del Papa Benedicto en su testamento: “Manténganse firmes en la fe” y las palabras del autor de la carta a los Hebreos: “Obedezcan con docilidad a quienes los dirigen, porque ellos se desvelan por ustedes, como quien tiene que dar cuenta. Así ellos podrán cumplir su deber con alegría y no penosamente, lo cual no les reportaría a ustedes ningún provecho” (Hb 13,17).

Muchas personas me han preguntado qué voy a hacer a partir de ahora. Por un lado, el Señor me ha regalado una muy buena salud. Por otro lado, el anillo que he recibido en mi ordenación episcopal es un signo de que tengo que permanecer fiel a la Iglesia, esposa santa de Dios, la Iglesia universal, la Iglesia de Honduras y la Iglesia de Choluteca. Pues tengo el proyecto de volver aquí después de pasar unos meses en Canadá y seguir sirviendo a esta Iglesia del Sur y de Honduras como misionero, con la oración y el acompañamiento que podré dar, porque la misión nunca termina. 

¡Muchas gracias!