St Theresa.

Corazones fervientes, pies en camino (cf. Lc 24,13-35)


Comenzamos el mes misionero de octubre celebrando la fiesta de Santa Teresa del Niño Jesús.
 

Santa Teresa del Niño Jesús, también conocida como Santa Teresa de Lisieux, es reconocida como la patrona de los misioneros. Su celo por la misión se manifiesta en su ardiente deseo de dedicarse a anunciar el Evangelio. Era esa llama de fe ardiendo en su corazón la que la movía decidida a proclamar la alegría del Evangelio hasta los confines de la tierra.

 

“A pesar de mi pequeñez tengo vocación de apóstol… Quisiera recorrer la tierra, predicar tu nombre... Una sola misión no sería suficiente para mí. Quisiera anunciar el Evangelio al mismo tiempo en las cinco partes del mundo, y hasta en las islas más remotas… Quisiera se misionero no sólo durante algunos años, sino haberlo sido desde la creación del mundo y seguirlo siendo hasta la consumación de los siglos…”

 
A pesar de no ir físicamente a la misión, apoyó a los misioneros con sus oraciones, cartas de ánimo y sacrificios diarios. Santa Teresa comprendió que la caridad y la oración de intercesión son esenciales para testimoniar la alegría del Evangelio, incluso más que los proyectos y los programas. Su ejemplo nos enseña que la labor misionera no se limita a unos pocos elegidos, sino que todos los bautizados están llamados a ser misioneros a su manera. Todos bautizados, ¡todos enviados!
 

“Comprendí que sólo el amor podía hacer actuar a los miembros de la Iglesia”



En el mundo actual, la Iglesia está llamada a llegar a las periferias, incluidas las calles digitales donde muchos jóvenes pasan su tiempo y buscan sentido e interconexión. El ejemplo de Santa Teresa nos recuerda que el celo misionero no se limita a la presencia física, sino que también puede expresarse mediante la oración y los actos de amor en el mundo digital. Al igual que ella apoyó a los misioneros desde su monasterio, nosotros también podemos apoyar la misión de la Iglesia intercediendo por la difusión del Evangelio y siendo testigos del amor de Cristo en nuestras interacciones en línea.

 

Comprendí que el amor encerraba en sí todas las vocaciones, que el amor lo era todo, que el amor abarcaba todos los tiempos y lugares… En una palabra, ¡que el amor es eterno…!

 
El deseo de Santa Teresa de ser misionera refleja la llamada universal a la misión que todos

recibimos. Su ejemplo nos reta a abrazar nuestro papel de discípulos de Emaús, que se encontraron con Cristo resucitado y se llenaron de un ardiente deseo de compartir la Buena Nueva. Sus corazones encendidos les impulsaron a poner los pies en el camino. Al iniciar el mes del DOMUND, el mensaje de Santa Teresa es particularmente pertinente. Ella nos muestra que, incluso en nuestra debilidad y limitaciones, podemos tener un impacto significativo a través de nuestras oraciones, actos de amor y testimonio gozoso del Evangelio. Inspirémonos en su ejemplo y respondamos a la llamada a ser misioneros en nuestro tiempo y lugar.


“En el corazón de la Iglesia, mi Madre, yo seré el amor”.