"TENGO UN SUEÑO".

San JOSÉ.


"Tengo un sueño". Esta famosa frase que expresa el proyecto de sociedad del pastor y activista norteamericano Martin Luther King Jr. es conocida en todo el mundo. Tomémonos el tiempo de preguntarnos: ¿qué poder se esconde detrás de los sueños, que han guiado a pueblos y naciones a través de lo desconocido, con tanta pasión y coraje, a lo largo de los tiempos? 

Los sueños pueden ser una secuencia de imágenes, sonidos y sentimientos que ocurren en nuestras ondas cerebrales más rápido que los pensamientos regulares cuando estamos despiertos. Se dice que mientras soñamos, surgen símbolos, nuevas ideas, miedos, intuiciones e incluso mensajes. Libros, poesías y canciones a lo largo de los siglos celebran los sueños. Estos elementos señalan que existe un fuerte paralelismo entre los sueños y la espiritualidad. Ambos nos conectan con una realidad de la que no sabemos mucho, pero nos guían en lo más profundo de nuestras almas.

Tomémonos un tiempo para pensar en este hombre impresionante del Nuevo Testamento: José, el carpintero, el padre de Jesús. Un gran hombre al que se le pidió dos veces que siguiera sus sueños para cumplir grandes desafíos. Necesitaba confiar en su discernimiento y después confiar en el Señor. 

Un sueño le decía que aceptara el embarazo de su prometida, el otro que llevara a su familia a Egipto para salvar a su hijo. ¡Dos grandes desafíos! En las Sagradas Escrituras no aparece ninguna otra información sobre él, así que podemos considerar esto como lo esencial que nos era necesario conocer: el es el valiente hombre soñador. 

Se hizo cargo de su familia y se mantuvo firme, garantizando su supervivencia y estabilidad. Eso puede significar que hay algo grande en soñar y discernir la voluntad de Dios y luego actuar. La semilla del sueño encuentra tierra fértil en el corazón espiritualmente maduro, brota, profundiza sus raíces y da fruto. Como primavera espiritual sin fin, sigue dando frutos que alimentan a generaciones. 




La figura de José nos indica una gran esperanza, mismo cuando todo se haya cumplido definitivamente antes de su muerte. Sus gestos nos indican que todos los grandes deseos y sueños de la humanidad se cumplen en la persona de Jesucristo. 

Esta es la razón por la que estamos llamados tanto a soñar como a actuar. La encarnación, vida, pasión, muerte y resurrección de Cristo -que pronto celebraremos-, así como la esperanza de su Parusia, son razones de la alegria más profunda y poderosa para  la humanidad, que nos animan a seguir adelante y a co-crear un mundo completamente nuevo.