En la vejez no me abandones
Un llamado a la solidaridad intergeneracional ((IV Jornada Mundial de los Abuelos y Ancianos, 28 de julio 2024)
En nuestra sociedad actual, en la que a menudo se idolatra la juventud y se considera la vejez como una carga, el mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de las Personas Mayores y de los Abuelos 2024, "En la vejez no me abandones", resuena con una especial celeridad.
El Papa Francisco destaca la importancia de la cercanía entre generaciones distintas, especialmente entre abuelos y nietos, y entre jóvenes y ancianos. Invita a que los jóvenes alegren el corazón de los ancianos y adquieran sabiduría de sus vivencias. Asimismo, anima a pasar de la imaginación a la realización de gestos concretos para abrazar a los abuelos y a los ancianos, y a no dejarlos solos, reconociendo su papel insustituible en la familia, la sociedad y la Iglesia.
Dios, en su infinita sabiduría y amor, nunca abandona a sus criaturas. No desecha ninguna piedra por muy “antigua” que esta parezca ser. Él siempre muestra su misericordia, en cada etapa de la vida (“de generación en generación”) y en cualquier condición en la que nos encontremos. En la Biblia, envejecer es un signo de bendición, una etapa de la vida que se celebra y respeta, como recuerda el Papa Francisco en su mensaje.
Sin embargo, en nuestro mundo moderno, a menudo se olvida esta perspectiva sagrada. Vivimos en una cultura que parece rechazar cada vez más lo "viejo" y venerar lo "nuevo". Los filtros de las redes sociales borran las arrugas, las cirugías estéticas prometen la eterna juventud, mientras que la soledad y el abandono se convierten en temores reales para muchas personas mayores.
La brecha digital y tecnológica es también causa de exclusión y marginación significativa para los adultos mayores. Por ejemplo, muchos a menudo se sienten marginados debido a los avances tecnológicos y científicos, ya que no reciben la educación necesaria para mantenerse actualizados frente a estos cambios rápidos. Esta falta de acceso y conocimiento puede generar tensiones y dificultades para participar plenamente en la sociedad digitalizada actual.
Es común encontrarnos con personas que se sienten perdidas en el mundo digital, desconociendo completamente ciertas aplicaciones de internet y dispositivos tecnológicos. Todos hemos sido testigos de las dificultades que enfrentan nuestros abuelos al intentar abrir una cuenta de correo electrónico o realizar transferencias o retiros de su pensión social. Tareas otrora tan sencillas, como pagar la factura del teléfono, ahora se han convertido en verdaderas odiseas para nuestros mayores. Es importante abordar esta brecha y garantizar que todas las personas, independientemente de su edad, tengan las oportunidades y recursos necesarios para beneficiarse de los avances tecnológicos y superar cualquier barrera que pueda existir.
Existe una tensión palpable entre las generaciones, una acusación de que los ancianos están "robando" el futuro a los jóvenes, que a menudo procede de las altas esferas del poder. En muchos Estados se les considera descartables e improductivos, y se cree erróneamente que su cuidado resta recursos al desarrollo del país.
Pero, ¿qué ocurre cuando las fuerzas disminuyen y el espejismo del individualismo se desvanece? Pasa que nos encontramos necesitados de absolutamente todo, pero en soledad, sin ayuda, sin alguien en quien confiar. “Y para cuando esto ocurre, señala el Papa Francisco, es demasiado tarde”.
Aquí es donde la historia de Rut y Noemí nos ofrece una lección valiosa. Rut, una joven mujer, elige no abandonar a su suegra Noemí en su vejez. Noemí pareciera despachar a sus nueras por sentirse una pesada carga, creyendo, efectivamente que les roba el futuro.
A pesar de la incertidumbre del camino que tenían por delante, Rut le responde a Noemí: "No insistas en que te abandone" (Rut 1,16). Ambas deciden emprender juntas el viaje de regreso a Belén.
Noemí, al igual que muchos ancianos en la actualidad, teme quedarse sola. Como sociedad, estamos llamados a ser compañeros de ruta, al igual que Rut lo fue para Noemí. Debemos mostrar ternura hacia nuestros abuelos, aprender de su sabiduría y caminar junto a ellos. El mensaje del Papa Francisco para esta jornada nos exhorta a demostrar nuestra ternura hacia los abuelos y las personas mayores de nuestras familias, visitando a aquellos que se sienten desanimados o que han perdido la esperanza en un futuro diferente. El Papa nos recuerda que, al estar cerca de los ancianos, también recibiremos muchos dones, gracias y bendiciones.
En la vejez, no nos abandonemos. En su lugar, celebremos la vida en todas sus etapas, y recordemos que cada uno de nosotros tiene un valor inmenso a los ojos de Dios, sin importar nuestra edad.
¿Qué lecciones importantes has aprendido de tus abuelos? Comparte esas enseñanzas valiosas que han dejado una huella en tu vida.