Caminar con los emigrantes y refugiados: Un mandato divino

Benard Mukeku Mutisya, pmé

A la luz de los actuales acontecimientos mundiales, el conmovedor mensaje de «Dios camina con su pueblo», elegido para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado de este año, es especialmente significativo. Sirve para recordar la presencia consoladora de Dios. Es una seria llamada a la oración, la reflexión y la acción, en nombre de quienes se ven obligados a abandonar sus hogares en busca de seguridad, dignidad y un futuro mejor.

El camino sinodal (el viaje común del Pueblo de Dios), adquiere un profundo sentido en el contexto de la migración, pues se hace eco del éxodo bíblico y de la lucha de los migrantes modernos. Al igual que Moisés sacó a los israelitas de la opresión, los migrantes de hoy huyen de la violencia, la inseguridad, la discriminación y la falta de oportunidades. Su viaje está plagado de obstáculos, similares a las penurias de los judíos en el desierto; se enfrentan a la sed, el hambre y la incertidumbre.

Sin embargo, en cada éxodo hay una constante: la presencia de Dios. Al guiar y acompañar a su pueblo, Dios les ofrece un rayo de esperanza y redención. Deuteronomio 31:6, citado por el Papa Francisco, nos dice que «el Señor tu Dios marcha contigo; no te dejará ni te abandonará». Esta compañía divina se extiende más allá de las narraciones históricas a nuestra realidad moderna, donde millones de personas recorren rutas peligrosas en busca de seguridad y dignidad.




       Una llamada a caminar con compasión

Como firme defensor de los derechos de los migrantes, el Papa Francisco nos insta a ir más allá de la mera tolerancia y a caminar hacia una auténtica compasión integradora y un auténtico caminar comprensivo. Nos dice: «El Señor está presente en cada ser humano, y “caminar” con los migrantes es más que un acto humanitario; es un encuentro espiritual con Cristo». Además de compasión, la crisis actual exige acciones concretas.


Queridos hermanos y hermanas, en este día dedicado a los migrantes y refugiados, unámonos en oración por todos aquellos que han tenido que abandonar su tierra en busca de condiciones de vida dignas. Consideremos su sufrimiento y la presencia divina que los acompaña. Actuemos, inspirados por la confianza de que Dios camina con su pueblo, y se asegura de que nadie sea abandonado. Adoptemos los cuatro verbos en nuestro enfoque de la migración: Acoger, Proteger, Promover e Integrar, que exigen implicación personal y empatía. Al hacerlo, reconocemos la presencia de Dios entre estas personas vulnerables y renovamos nuestro compromiso de construir una sociedad más compasiva.

Leer el mensaje del Papa de la Jornada Mundial de los Migrantes y refugiados 2024  en el siguiente enlace:
https://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/migration/documents/20240524-world-migrants-day-2024.html


Benard Mukeku es sacerdote de la Sociedad de Misiones Extranjeras de Quebec. Nació en Machakos, Kenia. Después de un período de ministerio pastoral en Kenia, fue enviado en misión a Camboya.