MISSION EN LA CEIBA, ATLÁNTIDA, HONDURAS

El viernes 21 de febrero, Donna, laica asociada, y Katia y Chalo, afiliados a la SME (Sociedad de Misiones Extranjeras), salimos de Tegucigalpa rumbo a La Ceiba, en el Departamento de Atlántida. La Hermana Verónica Ponce, de la Congregación Misionera MARILAM, nos había invitado para apoyar y animar la nueva pastoral de mujeres de su parroquia: La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.
Al llegar, la Hermana Verónica nos recibió con un almuerzo en su casa, donde vive junto a las hermanas Íngris y Kenia, en la Colonia Brisas del Norte, conocida por los lugareños como “Barranco Chele”, debido a su tierra roja. Mientras saboreábamos una deliciosa sopa de res, conversamos sobre las actividades planeadas, las expectativas del grupo de mujeres y la posibilidad de visitar a algunos enfermos de la parroquia. Estábamos a punto de salir a visitar algunas familias cuando un fuerte aguacero interrumpió nuestros planes para esa tarde. Así que nos dirigimos al lugar donde nos hospedaríamos el fin de semana: la Colonia 17 de Septiembre, también conocida como “Los Maestros”, una de las comunidades que conforman la parroquia.
Nuestros anfitriones fueron una pareja jubilada: Don Oswaldo, profesor, y su esposa Doña Belisa, psicóloga y artista consumada. Sus hermosas obras decoraban las paredes de la casa, que anteriormente había sido una escuela para niños con discapacidades, fundada y dirigida por ella. La familia vivía en una casa contigua, al otro lado del garaje. Doña Belisa nos atendió con mucho cariño y nos preparó las comidas durante toda nuestra estancia.
El sábado por la mañana, nos dirigimos a la Capilla San Antonio María Claret, en la Colonia Dantón, donde miembros de la Legión de María participaban en un retiro. La Hermana Verónica tenía a su cargo una charla sobre la presencia y acción del Espíritu Santo en este ministerio, mientras que la Hermana Kenia coordinaba el evento. Katia, quien también es legionaria en su parroquia en Tegucigalpa, se sintió feliz de poder participar y ya conocía las oraciones del retiro. Tras la charla, la Hermana Verónica nos llevó a visitar algunos enfermos.
Caminamos por calles de barro —resultado de las intensas lluvias nocturnas— hasta llegar a la Colonia Las Delicias, otra comunidad de la parroquia. Allí visitamos tres hogares de una misma familia. Primero, conocimos a Doña Bertilia, quien cuida a sus tres nietos. Dos de ellos nos guiaron hasta la casa de Zoé, una niña de once años que había sido sometida a cuatro cirugías cerebrales. Oramos con su madre y familiares, quienes, a pesar de las dificultades, no pierden la fe y mantienen la esperanza de que Zoé despierte algún día.
Katia escribe:
Visitar a la niña Zoé Garrido fue lo que más me impactó. Según el testimonio de su madre María y la Hermana Verónica, Zoé hizo su Primera Comunión en noviembre de 2024. Era una niña activa: hablaba, jugaba y caminaba como cualquier otra. Pero, tras una operación cerebral, quedó parapléjica y ya no puede hacer absolutamente nada; solo mueve los ojos. Sigo orando por su salud. Verla en ese estado me conmovió profundamente, y tengo fe, esperanza y confianza en Dios de que mejorará. También sé que la Madre María intercede por ella ante su Hijo Jesucristo.
Después visitamos la casa de Don Félix, abuelo de Zoé, quien sufre de cáncer en los ganglios linfáticos y espera una nueva serie de quimioterapias. Katia compartió su testimonio sobre la misericordia de Dios, quien le concedió sanación después de haber padecido cáncer de mama y de útero. Oramos para que Don Félix también reciba la infinita misericordia de Dios y sea sanado.
Luego del almuerzo, se realizó el primer taller de manualidades en la casa donde nos hospedábamos. Usamos rollos de papel higiénico para elaborar cruces y portavasos. Con entusiasmo, perseverancia y creatividad, todas las participantes lograron piezas hermosas de las que sentirse orgullosas. ¡Bravo, mujeres! Incluso decidieron hacer más cruces para venderlas durante la Semana Santa y así recaudar fondos para otras actividades de la pastoral. ¡Ánimo!
Al despedirnos de las participantes, Belisa nos acompañó a la misa en la sede parroquial, a cinco minutos a pie. Al finalizar, nos presentó al párroco, el Padre Vicente, quien nos mostró la iglesia, el presbiterio y la oficina parroquial. Nos obsequió tazas conmemorativas del 25.º aniversario de la fundación de la parroquia, recientemente celebrada. También nos habló de las renovaciones en curso, financiadas por los propios feligreses, pues al fin y al cabo, es su hogar espiritual.
El domingo por la mañana, dimos un paseo hasta la playa, ubicada al final de la calle. Una hermosa vista del mar Caribe nos recibió —¡Alabado sea Dios! —, aunque empañada por la basura visible y la evidente erosión del litoral, pese a los esfuerzos por protegerlo con piedras y arena. Recogimos algunos desechos, con la esperanza de no afectar el ecosistema. Hoteles y bares bordean la playa, lo que le da un ambiente turístico.
Al volver, nos preparamos para la misa dominical, que fue muy especial porque coincidía con un retiro cuaresmal parroquial y la despedida del Padre Omar, sacerdote asistente asignado a otra parroquia. Adultos, jóvenes, religiosas y miembros del pueblo garífuna le rindieron un sentido homenaje por sus años de misión, muchos de ellos en África.
El Consejo de Pastoral de Mujeres nos invitó a almorzar en un restaurante cercano, donde disfrutamos de parrilladas y jugos naturales. Por la tarde realizamos el segundo taller de manualidades: corazones y sobres de origami con papeles coloridos. Aunque pocas mujeres participaron por el retiro, se sumó una joven con parálisis cerebral, que ha mejorado notablemente gracias a las terapias de Belisa. Aunque no puede caminar, tiene una personalidad encantadora, un espíritu alegre, ingenio agudo y gran habilidad para las manualidades. Nos inspiró a todos.
Iniciamos con un Canto a la Creación y una meditación, luego hablamos sobre el Año Jubilar y rezamos la oración del Jubileo. Reflexionamos sobre las palabras del Papa Francisco: somos peregrinos de esperanza para los demás y para toda la creación. Bajo la guía de Donna, cada participante creó varios corazones y sobres. Belisa animó el ambiente con una canción sobre corazones, que bailamos con alegría. Las mujeres quedaron encantadas con sus creaciones.
Al finalizar, organizaron un convivio con el “Bingo humano SME”, cuyas tarjetas incluían datos e imágenes sobre la Sociedad de Misiones Extranjeras. Al llegar algunos esposos, los invitamos a participar prometiéndoles premios. Antes de comenzar, Donna compartió una breve historia de la SME y su presencia en Honduras, resaltando los 70 años de misión en el país. Jugamos tres rondas y repartimos premios antes de disfrutar la merienda, entre charlas y risas. Cerramos la jornada con una foto grupal.
El lunes por la mañana, Katia recibió la visita de una prima que vive en La Ceiba. Don Oswaldo nos regaló una botella de vino artesanal de marañón; Belisa le obsequió una de sus obras de arte a Katia y envió una cruz de flores para la madre de Chalo. Llegamos a La Ceiba como desconocidos, y nos fuimos como amigos y familia. Como dice el Papa Francisco en Fratelli Tutti, somos una sola “familia humana”, hermanos y hermanas. Nuestra nueva familia en La Ceiba nos ha invitado a regresar. Esperamos poder hacerlo, Dios mediante.