¡Bienvenidos a la Casa SMÉ de Sendai!
Al pasar por delante de una casa blanca en Sendai, Japón, llama la atención una imagen de la Virgen María que ofrece al niño Jesús. No es sólo por su belleza estética o por cómo armoniza con la delicadeza y la atención al detalle típicas de la cultura japonesa, sino también por otras razones. Esta casa es un punto de encuentro donde unas 200 personas, sólo en el último año, han podido simplemente estar presentes, vivir un momento de calidad y ser acogidas como seres humanos únicos, queridos y preciosos.
Desde familias hasta un coro, personas de todas las nacionalidades que viven cerca o están de paso han podido experimentar la hospitalidad ofrecida por la comunidad de la Sociedad de Misiones Extranjeras de Quebec. Actualmente, la comunidad de Japón está formada por Julie Fecteau, misionera laica asociada y persona de contacto del grupo, Paul To, pmé, Jean Gabouri, pmé, Charles-Aimé, pmé y Jean LeBeau. Entre las diversas actividades fraternas, diferentes grupos se reúnen regularmente en la casa, fomentando un espíritu de hermandad en medio de la diversidad cultural local.
Un hermoso huerto que crece día a día ofrece una variedad de productos tanto para maravillar como para consumir a quienes visitan la casa. Desde el maíz hasta el haskap, brotan diversas plantas que invitan a los visitantes a detenerse y apreciar la grandeza y las sorpresas que depara la naturaleza cuando hay colaboración humana. Todo ello acaba siendo una síntesis del gran misterio de la fuerza vital contenida en cada ser (plantas, insectos, humanos …) y en las relaciones entre ellos.
La cocina, como en muchas culturas, también se ha convertido en un lugar privilegiado para las conversaciones y los intercambios significativos en la casa de Sendai. Cocinar juntos permite iniciar un intercambio, una cierta ruptura de la estructura formal, descubrirse mutuamente mostrando los bastidores de la preparación de los alimentos y lo profundo de los corazones. La transformación de los alimentos también fomenta la transformación interior. Podemos hablar de personas que redescubren el sentido de la vida tras pérdidas casi insuperables, como la pérdida de un hijo, por ejemplo. O de personas que encuentran en esta fraternidad el vínculo familiar que hoy ya no existe, por diversas razones. Hay mucha belleza en la presencia de diversas nacionalidades unidas para vivir una experiencia de Pentecostés actualizada, en la que ya no hay barreras de identidades, sino riquezas compartidas de todo origen.
En la casa de Sendai, ofrecer a Jesús a la humanidad se realiza en la sencillez de las actividades de la vida de forma innovadora y en la convicción de construir relaciones de manera proactiva en las que cada persona es importante. Se aspira a que los seres humanos abracen su propia humanidad dignificada por la encarnación del Verbo de Dios. Así como la imagen de la Virgen María ofrece a cada transeúnte este niño frágil, cada persona está invitada a acogerlo y ofrecerlo a los demás en las diversas expresiones de humanidad.